LA NOCHE BLANCA
Un día, un hombre tuvo un sueño colosal, extravagante y poético: construir la pantalla de cine más grande del estado de Florida y situarla de cara al océano para que la magia del celuloide pudiera contemplarse también desde mar adentro. Imaginó un gran muro blanco sobre el cual dar a luz vidas de ficción, vio un potente proyector que convertiría en día la noche y concibió un gran flamenco de neón rosa, visible desde tres kilómetros de distancia, que anunciaría el autocine Flamingo a los conductores que transitaran por la autopista A1A.
Pero las luces de neón rosa del Flamingo y las quimeras del séptimo arte ofendían a los West, cuya funeraria se encontraba al lado del autocine. La lucha entre los Lee y los West duró años, avivada por el amor que algunos de sus miembros se profesaban. Corría la década de los sesenta, tiempo de revoluciones y libertades, y a pesar de sus vidas aisladas y de sus excentricidades, ni los Lee ni los West pudieron sustraerse al espíritu de la época

EPIFANÍA EN EL DESIERTO
DIBUJOS DE HIROSHIMA
TÚ
SIRA
SÓLO NECESITO UN GATO
POBRES DIABLOS
NUNCA JAMÁS
NOCHES BLANCAS
MI PERRO Y YO
MUJERES DEL ALMA MÍA 

